Carmen Valls
Socia Directora de DOCE (Desarrollo Organizacional y Coaching Ejecutivo)
y miembro del Consejo Asesor de Steelmood
Pongamos
otro ejemplo que nos clarifique la importancia de una adecuada gestión de la
Dimensión Emocional en las organizaciones:y miembro del Consejo Asesor de Steelmood
En
una compañía nos
plantean que se está implantando un cambio bastante drástico en la forma de
trabajar, y nos dicen que está habiendo muchas resistencias porque hay gente
mayor que lleva toda la vida haciendo así las cosas, y que no hay manera de
hacerles adoptar formas nuevas de trabajar, que salvarán la organización,
frente a las nuevas exigencias del entorno.
La
primera iniciativa de la dirección, fue volver a detallar el cambio, elegir
agentes del cambio que lo potencien. El discurso es en general: lo que hacíamos
hasta hoy, ya no vale. Necesitamos nuevos enfoques.
Al
abrir un espacio para explorar de dónde surgen las resistencias, se pudieron
detectar varios temas.
Por ello es importante la forma en la que introducimos algo nuevo, y siempre
debería incluir un agradecimiento a las formas anteriores de hacer porque nos
han traído “vivos” al presente. Agradecer y reconocer lo útil que ha sido hasta
ahora, será una forma de no romper el equipo en los viejos y los nuevos, en los
pro-cambio y anti-cambio. Al fin y al cabo, en todas las personas del equipo
convivirán a la vez las ganas y el miedo a no saber, en mayor y menor medida.
1.
Las
resistencias, por un lado, no venían tanto de los cambios, sino del hecho de
que junto con el cambio, se había re-estructurado la plantilla, y se hicieron
algunos despidos. El equipo estaba aún enganchado en el enfado, la nostalgia, o
las emociones que generaron los despidos. Estas emociones no fueron nombradas,
por lo que estaban actuando por debajo de la superficie, en forma de boicot.
Mentalmente, la organización no había digerido aún la salida de parte del
equipo. No se había hecho una buena salida y despedida. Basta con que el equipo
directivo nombre lo difícil de la situación y dé un espacio para nombrar la nostalgia, el enfado, la pena, el
miedo y pueda dar cabida a que cada cual se despida imaginariamente de esas
personas (no es necesario que estén en la realidad presentes los que se
fueron). Se trata de permitir al grupo que se centre en nuevas lealtades, pero
hasta que no se nombren las anteriores, no será posible. Así, no se trataba
tanto de que se cuestionara el nuevo método de trabajo, sino que el estado
mental del equipo no era el adecuado.
2.
Por
otro lado, el discurso de “lo de antes, hoy
no vale”, despierta muchas resistencias, aunque tengamos la firme
convicción de que así es. En el fondo estamos invalidando el trabajo de muchas
personas durante muchos años. Esto es vivido como un cuestionamiento de mi
propia persona, que llevo años haciendo las cosas bien.
3.
El
cambio en sí, despertaba de forma inconsciente miedos a no saber, rivalidades,
miedo a perder poder en el grupo, …Estas emociones deben ser expresadas y
trabajadas en equipo, no como algo de cada individuo, sino como parte de lo que
todos sienten en mayor o menor medida. Afrontar estos miedos o dudas de forma
grupal ayudará al cambio.
No
obstante, la propuesta ante la necesidad de contener la ansiedad de las organizaciones,
no consiste en que el directivo se cargue con un halo de omnipotencia (otro
más) que le permite ver, diagnosticar e intervenir de forma correcta en estas
situaciones; más bien consiste en desarrollar habilidades para trabajar lo
emocional y relacional en equipo, donde es el propio equipo el que se hace
cargo de madurar y crecer en esta dimensión, a medida que se abren espacios
para poder nombrarla, pensarla y afrontarla de forma efectiva.
Se
trata de pensar con ellos, no por ellos. Se trata, en definitiva, de generar
espacios de liderazgo individual, donde podamos tolerar emociones y opiniones
discrepantes, que en el fondo nos ayudarán a nosotros y al equipo a comprender
y madurar toda esta dimensión que aún está en pañales porque no le damos
espacio para crecer.
Trabajar
lo emocional en equipo puede potenciar la ansiedad, pero también la contiene y,
de paso, en el camino, cada integrante del equipo, aprende a afrontar cada vez
de forma más natural las ansiedades, sin entrar en pánico. Aprende a explorar
formas más efectivas de afrontar la ansiedad, el caos, lo difícil, lo
conflictivo.
El
directivo sólo ha de aprender a abrir y estructurar dichos espacios. El camino
de maduración es de todos y cada uno de los integrantes del equipo, como una
forma más de potenciar el liderazgo individual.
Gracias Carmen por los dos artículos, son muy interesantes y sobre todo una visión práctica y positiva de situaciones que nos rodean y que no siempre sabemos manejar.
ResponderEliminar